Apenas se
despide el invierno y el rostro de Beijing cambia completamente.
Los árboles
despiertan de un sueño profundo y adornan la ciudad con flores de vivos
colores, las chicas sacan del guardarropa sus vestidos más cortos y, por las
tardes, algunas aceras se convierten en restaurantes con muy buen ambiente.
Pero no es
lo único que un clima cálido puede propiciar. Cuando el sol comienza a ocultarse, un ejército de
personas mayores de cuarenta años se vuelca a las calles para tener una cita
con la diversión.
Al ritmo
que les toquen, estos beijineses muestran sus mejores pasos de baile en los
espacios que poco a poco le han ido ganando a los edificios que se multiplican rápidamente.
Foto: Gabriela Becerra |
Hay
opciones para todos los gustos: coreografías que parecen tablas gimnásticas o
rutinas de ejercicios aeróbicos, danzas tradicionales de distintas partes del
país, y baile en pareja con algunos movimientos de tango, salsa y hasta música
disco, al estilo John Travolta en “Fiebre de sábado por la noche”.
Foto: Gabriela Becerra |
A estos
salones de baile al aire libre no asisten los jóvenes, pero los bailarines
aseguran que no es por apatía sino porque el trabajo y los estudios les
absorben todo su tiempo, y rechazan que la ausencia de las nuevas generaciones
en este tipo de actividades ponga en peligro de extinción el baile colectivo,
una estampa típica de las ciudades de China.
No sé si la
sabiduría de los años les dé la razón, pero me pregunto: ¿cómo los jóvenes van
a preservar algo en lo que nunca han participado?, ¿cómo mantener una actividad
colectiva en una generación de hijos únicos? Las generaciones cambian y la
realidad de los jóvenes chinos, más que ninguna otra en el mundo, se transforma
vertiginosamente. El tiempo lo dirá.
Por ahora,
en estos espacios de esparcimiento no hay lugar para el aburrimiento, el
cansancio o la timidez. La mayoría de los que aquí se reúnen son jubilados que
dedicaron gran parte de su vida a estudiar, trabajar, cuidar a los hijos; incluso, a los nietos. Por eso ahora, ellos sólo tienen tiempo para divertirse.
Foto: Juan Carlos Zamora |
Foto: Gabriela Becerra |
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