Estoy cansada de amanecer con cielos
grises por la severa contaminación de Beijing.
Una de las primeras cosas que hago al despertar es asomarme por la ventana, donde me topo frecuentemente con este tipo de escenas.
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Desde mi ventana en el piso 11. Barrio Babaoshan, Beijing. Foto: Gabriela Becerra. |
Hoy me había levantado con las ganas de dar un paseo en bicicleta en la montaña Laoshan, que queda a
cinco minutos de mi casa, pero, ante la triste imagen, decidí atrincherarme en
casa y compartir con ustedes algo de lo que vivo casi todos los días en esta
ciudad.
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La vista trasera de mi departamento. El edificio de enfrente, si lo alcanzan a ver, es la emisora de Radio Internacional de China, donde trabajo. Foto: Gabriela Becerra. |
Cuántas veces escuché que la Ciudad
de México era una de las urbes más contaminadas del mundo. A casi tres años de
vivir en la capital de China y conversar con decenas de extranjeros sobre los
problemas de polución que también enfrentan en sus países, he llegado a la
conclusión de que nada se compara con las grandes ciudades chinas.
Al menos del Distrito Federal tengo muchos recuerdos de días soleados.
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Xian, famosa por los Guerreros de Terracota. He viajado a esta ciudad en dos ocasiones y, sólo un día, tuve la fortuna de verla despejada. Foto: Gabriela Becerra. |
Después de haber viajado a más de
seis ciudades del país y encontrarme con el mismo paisaje “nublado”,
a pesar de que el pronóstico del tiempo marcaba día despejado, acepté con gran
desilusión y alarma el terrible problema de contaminación que padece la segunda
economía mundial.
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El Bund en Shanghai, un malecón donde se asientan construcciones de estilo occidental. Foto: Gabriela Becerra |
Frente a las críticas
internacionales, China ha argumentado que, como una nación en vías de
desarrollo e industrialización, tiene cierto “derecho a contaminar”.
Cuánto le está costando a esta
nación ser lo que hoy es en el terreno económico.
En aras de “la modernidad, el
progreso y el desarrollo”, China no sólo está destruyendo su patrimonio
cultural, extinguiendo sus grupos étnicos, neocolonizando el continente
africano, expandiendo sin control las grandes ciudades, sino que día a día
ahoga a sus habitantes en una espesa nata de sustancias tóxicas.
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Changshan, capital de la provincia de Hunan, en el sur de China. Foto: Gabriela Becerra |
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Tianjin, una ciudad que se encuentra a 30 minutos de Beijing en tren bala. Foto: Gabriela Becerra |
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